Taller 6

Horario 0603

Horas:

8 — Teóricas

Nivel:

06

Sílabo:

ARC226

a. Encargo
Imaginar y resolver un proyecto de un jardín público y un edificio de servicios domésticos
colectivos en la manzana del monasterio de Santa Clara en Barrios Altos. Los alumnos
trabajarán en tres etapas: lectura sensible del lugar, diseño de un proyecto de jardín-huerta público y diseño de un edificio de servicios domésticos colectivos. El taller toma como punto de partida una situación urbana de gran valor y potencial: el monasterio de Santa Clara cuenta con una de las huertas más grandes en el centro histórico que se mantiene hasta hoy como un vacío verde de gran escala dentro de Barrios Altos. Así mismo, el lugar de trabajo está inscrito en uno de los entornos urbanos con mayor valor histórico y arquitectónico de la ciudad de Lima. El proyecto del taller busca investigar las posibles maneras de intervenir en un lugar protegido como este, a través de una arquitectura de reuso y de un programa doméstico de carácter colectivo. El taller tiene como propósito experimentar nuevas maneras de entender lo doméstico a partir re-imaginarlo fuera de la configuración tradicional de la vivienda unifamiliar para investigar sus posibilidades colectivas, públicas y de trabajo.

b. Línea de investigación del taller: domesticidad y reuso
Lo que entendemos por domesticidad hoy, corresponde a la construcción del ideal del hogar y la familia del siglo XIX. Este ideal se construyó a partir de una oposición entre el trabajo y la vivienda, que surgió con el capitalismo industrial. La vivienda se despojó de toda connotación productiva para convertirse en el refugio bien merecido del trabajador y el espacio de lo femenino y lo privado. Sin embargo, aunque se retiró el trabajo productivo del hogar para llevarlo a las fábricas y oficinas, la casa siguió siendo un lugar de intenso trabajo. El trabajo reproductivo, que incluye no solo las labores más pedestres de limpieza y cocina, sino la crianza de los hijos y el mantenimiento y cuidado afectivo de los miembros del hogar, se aisló de toda lógica económica detrás de una retórica acerca del amor y la naturaleza del cuidado femenino. En este modelo económico, el trabajo formal depende de la labor reproductiva no remunerada que es activamente invisibilizada. Mas aún, el trabajo reproductivo que históricamente ha sido efectuado de manera colectiva paso a ser, en la vivienda unifamiliar moderna, el trabajo aislado y no remunerado de la esposa y madre.
Esta organización social, económica y sobre todo de género se ha sedimentado en la vivienda unifamiliar de los últimos dos siglos. Está materializada en las tipologías, en los acabados, en la decoración, en la distribución de los espacios y en la multiplicación de umbrales de privacidad que hoy asumimos con total naturalidad. En el taller consideramos que se debe indagar con actitud crítica la presencia de estos ideales domésticos en la arquitectura. La arquitectura moderna en parte consolidó estos ideales pero también ha tenido intentos desde la teoría y el proyecto de cuestionarse esta condición; desde el funcionalismo del proyecto moderno hasta los más radicales experimentos socialistas de vivienda colectiva, hay una historia en la que no solo debemos indagar sino sumar.
El taller retoma estos cuestionamientos y busca experimentar continuamente en los límites que han definido lo doméstico. ¿Cómo lidiar con esas separaciones entre privado/público, trabajo/cuidado, político/doméstico y masculino/femenino? ¿Cómo trasladar lo doméstico a la calle o lo político a la casa? Son algunas de las inquietudes que guían esta línea de investigación a través del proyecto. Como una primera postura proyectual, el taller ha propuesto trabajar siempre a partir del reuso de un edificio o estructura urbana existente.
Consideramos que para trabajar sobre la domesticidad hay que entender que esta se
construye diariamente en la repetición de los rituales de cuidado. Y debemos reconocer a los edificios como los lugares en donde ocurre tal repetición. Lejos de imaginarnos que la
domesticidad se puede diseñar desde una hoja en blanco, trabajar sobre ella a partir del
reuso de edificios nos permite proyectar a partir de los gestos de acomodarse y apropiarse
con cuidado y sensibilidad a lo que ya existe. Desde del reuso esperamos producir una
crítica a nuestros ideales domésticos y abrir espacios a nuevos rituales que nos permitan
imaginar nuevas formas de domesticidad. Esta aproximación a la domesticidad será la
columna vertebral del taller. Servirá para provocar un pensamiento crítico en torno a
distintas preguntas sobre la vivienda y el habitar que podrán variar de ciclo a ciclo.
c. Ciclo 2023-1: El jardín
El jardín, en su versión más sencilla es una extensión de la casa; una habitación exterior
donde se mantienen plantas domésticas. Todos los ejemplos de jardines coinciden en dos
características: la presencia de un cercado y un proyecto de domesticación de la naturaleza.
El jardín siempre ha sido un espacio controlado, encerrado entre muros o cercos, para el
cuidado de plantas. Es por eso que los jardines, aún cuando están abiertos al público
mantienen el carácter doméstico de sus inicios. A partir de estas características, podemos
definir dos ambigüedades importantes de este arquetipo. Primero, aunque el jardín es un
exterior, es también un interior contenido por un borde. Segundo, aunque pueda ser un
exterior de carácter público, le pertenece a las ideas domésticas del cuidado y del control.
Consideramos que investigar y diseñar desde estas ambigüedades dará pie a pensar en nuevas maneras de proyectar el espacio doméstico alejándonos de los supuestos que esta tiene de ser interior y privada.
Una tercera ambigüedad del arquetipo del jardín es que es al mismo tiempo un lugar
productivo y de ocio. Históricamente, el jardín ha sido primero huerto: la habitación de los
frutales, las hierbas y los vegetales, plantas que por miles de años han sido domesticadas para alimentarnos. Sin embargo, ha sido también el espacio del exceso y la belleza, de las plantas ornamentales y de las flores. Por un lado, un medio de subsistencia y por otro un esfuerzo hedonista. Esta aparente contradicción la comparte con la vivienda que por mucho tiempo ha sido falsamente representada e idealizada como el espacio del descanso en oposición al espacio de trabajo. Este ideal ha servido para esconder debajo del decorado y la arquitectura la cantidad e intensidad de trabajo reproductivo que se realiza en la vivienda. El jardín nos da una herramienta para pensar en un espacio doméstico que se reconozca como lo que siempre ha sido, un lugar tan productivo como de descanso. Mas aun, la condición productiva del trabajo en el jardín siempre ha sido de carácter colectivo a diferencia del efectuado por la mujer en la esposa en la vivienda unifamiliar moderna.
El jardín ha sido siempre un espacio de representación del poder, el orden y los valores que
ejerce una sociedad. Por mencionar algunos ejemplos, el jardín árabe representó el poder
mediante el control del agua en medio de la aridez del desierto o los jardines franceses del
siglo XVIII representaron el orden simbólico entre la monarquía y sus súbditos. El jardín
tiene siempre una agenda política. Esto le ha permitido ser también laboratorio de
experimentación y escenario de utopías. El día de hoy se cristalizan alrededor del jardín
experimentos para multiplicar refugios naturales desde dentro de las ciudades así como
asociaciones colectivas en torno a parcelas urbanas que reconsideran la propiedad colectiva y la cadena de producción alimentaria a escala local. Consideramos que estos ensayos son tan relevantes como urgentes y que la arquitectura puede trabajar a partir de estos jardines para imaginar nuevas maneras de habitar. En nuestro taller, el estudio del arquetipo del jardín servirá para realizar un proyecto de huerta pública con un edificio de servicios domésticos colectivos. El huerto del monasterio de Santa Clara será nuestro laboratorio doméstico por un ciclo.

CRÉDITOS: 8

REQUISITOS: Taller 5 y Curso Grupo C, Idiomas 1