Reflexiones de estudiantes premiados y egresadas destacadas sobre La Biennale di Venezia 2025

Fecha de publicación: 26 de junio de 2025
Estudiantes premiados y egresadas destacadas de la Delegación ARQ PUCP reflexionan a partir de sus experiencias en uno de los eventos más importantes de la arquitectura contemporánea. Los estudiantes Javier Álvarez, Ruth Cancho, Luis Soto y Alexia Paz —ganadores del Premio a la Excelencia ARQ PUCP 2024— participaron junto a las egresadas María Elena Andia y María Zapata en la 19ª Exposición Internacional de Arquitectura – La Biennale di Venezia. Esta edición, titulada Intelligens. Natural. Artificial. Collective., propuso una mirada crítica sobre el papel de las distintas formas de inteligencia en la arquitectura del futuro. Desde una mirada crítica, nos comparten unas crónicas y un ensayo que revelan las atmósferas, preguntas y tensiones que marcaron esta edición. A través de sus palabras, nos invitan a repensar el futuro de la arquitectura desde la experiencia directa del presente.
La Biennale di Venezia 2025 se ha presentado como un momento de reflexión en torno al futuro del quehacer arquitectónico en un contexto con múltiples y nuevos desafíos. A través de su tema Intelligens. Natural. Artificial. Collective, nos invita a cuestionar cómo las diversas formas de inteligencias pueden alimentar positivamente en cómo pensamos, diseñamos y construimos los espacios que habitamos.
A través de paneles, proyectos experimentales y exhibiciones, la Bienal ha ofrecido una visión que no se queda a nivel de objeto arquitectónico, sino que se adentra en una reflexión más profunda de cómo las inteligencias —en sus múltiples formas— pueden contribuir a la construcción de un futuro más equilibrado y resiliente. Entender la inteligencia natural permite buscar inspiración para crear espacios más eficientes y sostenibles. La inteligencia artificial, por su parte, abre nuevas posibilidades a través del uso de nuevas herramientas tecnológicas que redefinen el proceso de diseño y su materialización. Finalmente, la inteligencia colectiva nutre la arquitectura con una sabiduría transmitida por generaciones de habitantes que conocen distintas problemáticas y oportunidades de su territorio.
Este espacio de intercambio de ideas de diversos lugares con diferentes enfoques, ha estimulado nuestro debate sobre el papel de la arquitectura en un tiempo que exige adaptabilidad, conciencia ambiental y el aprovechamiento de las nuevas herramientas tecnológicas.
Pabellón México: Habitando suelo vivo
Javier Alexander Álvarez Correa
A lo largo del recorrido, me sumergí en la sensibilidad de quienes crean tierra donde no la hay. El pabellón de México, Chinampa Veneta, plantea un problema urgente para quienes habitan suelos húmedos: ¿Cómo crear suelo donde reina el agua? Para responder, el pabellón vuelve la mirada hacia Xochimilco y nos revela, a través de una puesta en escena, a la chinampa: un sistema ancestral de cultivo hecho con bloques rectangulares de sedimentos, lodo y vegetación. Un conjunto de cubos de lodo moldea el recorrido. como si fuéramos agua entre ellos, fluimos por un viaje sensorial que despierta el tacto y la cercanía con la tierra y las plantas que cobijan.
Aunque el pabellón comunica con claridad la unidad con la que se crea el suelo, da mayor peso a la materialización del objeto que a la potencia conceptual detrás de él. La chinampa es un diálogo profundo con la naturaleza, transmitido de generación en generación. Por ello, habría sido interesante que el pabellón explorara a mayor profundidad su relación con las formas actuales de habitar territorios lacustres o su capacidad de inspirar soluciones para los desafíos urbanos de hoy. Al enfocarse en la representación material y relegar la reflexión a una serie de videos, el montaje se vuelve más un objeto para observar que una experiencia para cuestionar.
A pesar de ello, es evidente que la exhibición fue pensada para ser recorrida y habitada. El escalonado que surge de la tierra crea un espacio que invita a contemplar tanto el ecosistema de la chinampa como el trabajo audiovisual que lo acompaña. Para mi, ese gesto sencillo abrió la posibilidad de empaparse de tranquilidad, convivir con el ecosistema y compartir, aunque sea por un momento, con quienes se dan el tiempo de habitarlo.
Pabellón Uruguay: Sentir el agua
Ruth Daniela Cancho Rurush
Llegué a un recinto pequeño tras atravesar un camino a oscuras donde comencé a escuchar melodía orquestada por nubes artificiales. Gotas caían lentamente sobre una serie de cubetas repartidas en el suelo, aislando el agua de los sentidos. Se trata de 53,86% Uruguay país agua, el pabellón que reflexiona sobre el agua como un agente activo pero invisible en el territorio. Los uruguayos se cuestionan el uso mercantil y lógica extractiva que hoy domina su tratamiento en nuestras sociedades.
Aunque la propuesta poética-sensorial conmueve y es lo suficientemente abierta para que cada espectador construya su propia crítica, la instalación flaquea al desaprovechar la oportunidad de mostrarnos con recursos gráficos los otros caminos del agua que atraviesan su territorio. Una serie de paneles o diagramas sensibles integrados al espacio, habrían permitido trascender lo atmosférico para volverse más pedagógico, invitando así no solo a sentir, sino también a comprender al país de agua.
El sonido, casi hipnótico, llena el espacio de una serenidad, así como de fragilidad. En medio del bullicio de la Bienal, esa pequeña escena lúgubre de agua suspendida, que fluye para ser encarcelada, se sintió como un susurró sensible que llama a la urgencia a repensar el agua más allá de mero recurso, sino también como algo vivo. Es un recordatorio de que el agua no solo fluye en nuestros territorios a través de tuberías, sino también en medios naturales que debemos incluir en nuestra memoria y decisiones colectivas.
Pabellón Suiza: Arquitectura de género
Luis Angel Soto Bellido
En plena calle principal de los jardines de la Bienal, hubo un pabellón que captó mi atención inmediatamente. No sabía si era por su fachada sobria y masiva de ladrillo o por la muestra que albergaba, pero al ingresar observé un salón que marcaba de forma monumental el inicio de la exhibición. Era tan sencillo pero trabajado con un detalle impresionante que sentía que este gran salón se convertía en un lugar de cobijo, donde podía recorrer y apreciar la importancia del rol de las arquitectas en el mundo de la arquitectura.
El pabellón destacaba más por la arquitectura como esencia de la muestra con los paneles que se abrían y cerraban al caminar, recorridos zigzagueantes marcaban la lógica al interior del pabellón. Los patios cerrados brindaban una espacialidad tan moderna que me hizo recordar a proyectos tan trascendentes como el Pabellón de Barcelona. La luz cenital marcada por la teatina brindaba una sensación de paz que contrastaba con las grandes multitudes dentro de la Bienal.
La muestra que buscaba revalorizar el impacto de las mujeres se enfoca en la intervención realizada por la arquitecta Sachs. En búsqueda de una yuxtaposición de su obra con el proyecto original de Giacometti, se crea una coexistencia de dos visiones arquitectónicas, incitando a los visitantes a reflexionar sobre la necesidad de inclusión en la historia de la arquitectura y las prácticas actuales. Esta intervención no es solo física, sino también temporal, conectando legados arquitectónicos a la vez que interactúa con la percepción de continuidad del visitante. Esta muestra nos hace reflexionar sobre qué posturas debemos adoptar al realizar intervenciones que, a su vez, nos hacen dar cuenta del valor arquitectónico de otras obras.
Pabellón Serbia: El Punto
Alexia Isabella Paz Choy
Una luz blanca me llamó desde el interior, tenue pero insistente. Cruce el umbral del pabellón serbio y sentí un cálido abrazo de la tela suspendida que flotaba sobre mí como una nube viva. Hablo de Unraveling: New Spaces, el pabellón donde la lana se vuelve arquitectura, una arquitectura de tiempo, de gesto y de paciencia. Donde cada punto del tejido cuenta una historia, un camino y un ciclo sin fin, aunque con un desenlace.
La tradición del tejido serbio expresada en tiras de 1 x 5 metros, con una precisión que no quita lo humano, sino evidencia la perfección a la que puede llegar el hombre con sus trabajos. En cada paso que daba el tejido se abría o cerraba a mi alrededor, pero no como un encierro, sino como un refugio.
La luz inunda el ambiente, pero cambia con cada paso y se adapta al tejido variable, que danza en el ambiente y toma el espacio para hacerlo suyo. La lana se deslizaba por el aire, ocupaba el espacio sin dominarlo, y se lo apropiaba; ese material doméstico y cotidiano que aquí se vuelve una obra arquitectónica.
Unraveling: New Spaces es un lugar de paso al carecer de espacios de permanencia o descanso, pero la calma que invade el lugar te invita a continuar apreciando su detallada belleza. Está calculado algorítmicamente para deshacerse a lo largo de los meses, cumpliendo un ciclo de vida cíclico y retornando a su origen, volviendo a ser solo hilo. Lo primordial no es su permanencia, sino su proceso y su vida, y eso nos hace cuestionar si una arquitectura que desaparece puede realmente dejar una huella duradera. Tal vez, su valor no esté en perdurar, sino en la intensidad con la que se vive su presencia efímera.
Pabellón Peruano: Una balsa en la memoria del agua
Álvarez, Cancho, Soto, Paz
No fue un pabellón hecho para responder a una consigna, sino para desafiarla con sabiduría. En lugar de presentar una solución impuesta a un lugar, el pabellón peruano se alza como un gesto que nace desde adentro: una estructura mínima, casi invisible, tejida con madera, soga y clavos, que encarna la inteligencia silenciosa de los pueblos ancestrales quienes durante siglos han tejido su arquitectura flotante sobre la totora como quien cose el tiempo al paisaje.
No es un objeto monumental ni una pieza de arquitectura celebratoria. Es un Andamio Vivo. Frágil en apariencia, profundo en mensaje. El pabellón no busca asombrar por su forma, sino por lo que transmite: una red de saberes colectivos que han resistido al tiempo y al olvido. Saber hacer, saber construir, saber flotar.
Porque sí, flota. No en el agua, pero sí en el espacio y en el sentido. Como las ciudades flotantes de los Uros, que sobreviven sobre el lago Titicaca con una dignidad que desafía la precariedad, esta instalación dialoga con Venecia, esa otra gran ciudad flotante, en un plano simbólico. Ambas sobreviven gracias a su adaptación, a su memoria, a su comunidad.
El pabellón peruano no impone, propone. No responde al encargo, lo replantea. Es una invitación abierta a mirar lo no mirado, a valorar lo que muchas veces se deja fuera de los libros: los saberes vernaculares, los oficios que aún alimentan a las comunidades, las arquitecturas que nacen de la necesidad, no del espectáculo.
Esta estructura, tan simple como poderosa, nos recuerda que el futuro no se construye sólo con innovación, sino también con memoria. Porque a veces, para imaginar lo que viene, basta con volver a mirar lo que ya estaba. Así, bajo Venecia, flota una isla del altiplano. Una balsa. Una lección.
De la PUCP a Europa: Raíces locales y retos globales desde La Biennale
María Elena Andia y María Zapata
Desde los talleres de Arquitectura PUCP hasta los pabellones de la Bienal de Arquitectura de Venecia, nuestro camino como arquitectas ha estado marcado por la curiosidad, el compromiso y el deseo de aportar a una arquitectura más humana y consciente. Formarse en la PUCP nos ha dado una base sólida, rigurosa y crítica. Nos ha preparado no solo para entender el contexto local, sino también para leer las complejidades del mundo contemporáneo con una mente abierta, capaz de adaptarse y proponer.
La Bienal es un espacio que inspira. Una plataforma donde se cruzan ideas, culturas y visiones sobre cómo habitamos el mundo. En su edición 2025, con el tema “Intelligens. Natural. Artificial. Collective.” se plantea lapregunta: ¿cómo podemos construir un futuro más conectado, resiliente e inteligente, integrando lo ancestral, lo natural y lo tecnológico?
Esta pregunta resuena profundamente con nuestras propias inquietudes como arquitectas peruanas en un mundo globalizado. Desde nuestra formación, hemos aprendido a valorar el territorio, a escuchar al usuario y a integrar saberes ancestrales. Esta mirada integral cobra aún más sentido en un contexto global donde la inteligencia artificial redefine procesos, pero donde la inteligencia natural, esa que habita en los tejidos sociales, en los sistemas ecológicos y en las culturas originarias, sigue siendo fundamental.
El Pabellón Peruano, es un claro ejemplo de respuesta a este desafío, con la propuesta “Andamio Vivo”. Un puente entre la sabiduría ancestral de los Uros del Lago Titicaca y la memoria de la Expedición Uru, que cruzó el Pacífico sobre una balsa de totora. Es un homenaje a la inteligencia colectiva y a la resiliencia. Ver este diálogo entre pasado y futuro, entre técnica artesanal e innovación contemporánea, nos recordó que las respuestas no siempre están en lo nuevo, sino en volver a mirar con otros ojos lo que siempre estuvo ahí.
Lo que distingue esta edición de La Biennale es precisamente su capacidad para poner en escena reflexiones profundas desde múltiples escalas: el cuerpo, la comunidad, el paisaje, el planeta. En cada pabellón presenta una pregunta, una posibilidad. Desde instalaciones especulativas con tecnologías emergentes, hasta espacios construidos con materiales regenerativos y prácticas colaborativas, nos obliga a pensar más allá de la forma. Nos invita a imaginar la arquitectura como un sistema vivo, como un campo donde se cruzan lo biológico y lo digital, lo individual y lo colectivo.
Venecia se convierte en el escenario ideal para este tipo de congregación. La forma orgánica de calles y canales reflejan la diversidad del pensamiento arquitectónico global. Aquí, en esta ciudad flotante, cada pabellón no es solo una exposición, sino una conversación. Un punto de encuentro entre arquitectos, estudiantes, investigadores, activistas y ciudadanos de todos los continentes. Participar de este evento internacional de arquitectura es también formar parte de esa inteligencia colectiva que se activa al caminar, observar, debatir y compartir.
Hoy, desde Europa, continuamos este viaje profesional con una mirada enraizada en nuestros orígenes, y abierta al diálogo global. Porque la arquitectura también es construir puentes. Entre tiempos, territorios, saberes y personas. Y en ese proceso, reafirmamos nuestro rol como arquitectas locales con visión global, preparadas para contribuir, con ética y sensibilidad, a los desafíos de un futuro compartido.
Postales de Venecia
Recorrer La Biennale ha sido una experiencia de contrastes y revelaciones. Cada pabellón, con su propia visión, ha evidenciado una diversidad de aproximaciones que la arquitectura puede tomar para responder desafíos actuales. Más allá de lo tangible, esta edición ha sido una invitación a reflexionar sobre el acto de escuchar: escuchar a la naturaleza, las comunidades, las historias ocultas y los procesos invisibles que determinan la forma cómo habitamos el mundo. De esta manera, la arquitectura se haría más pertinente, tanto con sus habitantes como con sus contextos.
Al cerrar este recorrido, nos realizamos la pregunta ¿Cómo podemos hacer de la arquitectura un proceso vivo de interacción y aprendizaje? La Biennale nos ha dado múltiples respuestas, pero la verdadera transformación radica en entender el proceso de hacer arquitectura como un ejercicio de idas y vueltas que requiere sumergirse en las localidades, escucharlas, vivirlas y comprenderlas. La arquitectura tiene más sentido cuando escucha y aprende del lugar para dejarse transformar por su contexto y al mismo tiempo transformarlo positivamente.
— Estudiantes premiados y egresadas destacadas
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